3 de Abril de 1939
Mis pies me duelen terriblemente. Mis zapatos están en pedazos. Eran las bailarinas que papá me había comprado, estoy segura de haberte hablado de eso ya... ¡ Pero está acabado ahora! Yo no tendremos más en mercado en las montañas, nuestros paquetes en las manos, el estómago vacío y los ojos ensombrecidos par la fatiga.
Estamos viajando con una otra familia, las Ferrés. No los conozco. Mamá dice que vienen de un pueblo más al sur y que son amigos de papá. Llegaron a la frontera en primero y nos hicieron grandes signos cuando reunimos la fila larga que extiende del puesto fronterizo. Soy demasiado pequeña para ver abrigo de todo este gente, pero somos ciertamente más de doscientos.
Mamá empezò a llorar cuando vió la frontera pero enjugó rápidamente sus lágrimas cuando Pedro le pidió si papá iba pronto a reunirse con nosotros. Le tiene sonríe y dijo que sí, nos reuniría cuando hayamos encontrado donde alojarnos. Da una buena imagen pero sé que miente. Papá no volverá. Antes de salir por la tarde de nuestra salida, me hizo jurò que cuidarìa de mamá y de mis hermanos.
La fila empieza a avanzar poco a poco. Las personas murmuran febrilmente alrededor de mí, cojo algunas palabras aquí y allí. Pero los que hacen más ruido, son los soldados. Gritan lo que supongo ser unas órdenes en francés, pero no comprendo. Los veo tomar las armas de algunos, buscar las bolsas de otras. Esteban me toma la mano y me pide si son hasta soldados quienes llegaron al pueblo. Le respondo que no, que ésos son franceses y son allí para ayudarnos. Dice que le dan miedo.
Esperamos durante cuatro horas. Pedro se ha dormido contra la maleta que tiene mamá. Cuando registraron nuestros equipajes, muy tuve miedo que encontrara mi diario o el collar que abuela me dio para mis quince años. Los soldados luego nos reunieron por grupo de cincuenta aproximadamente y tuvimos que caminar hasta un campo afortunadamente bastante próximo. Hay algunos edificios en chapas entre los cuales se amontonan las pequeñas tiendas. Tengo la impresión de que el campo es ya sobrecargado...
Vamos a deber comenzado una nueva vida aquí, en Francia. El principio será complicado de eso, pero está fuera de discusion qué mis hermanos vivan la misma desesperación. Voy a luchar para esto.
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